Introducción

30.10.2011 22:27

 

I.   Introducción

 

Una vez que aceptamos la existencia de Dios, surge un problema a considerar ¿cómo es ese Dios?.  ¿Cuál es su esencia y atributos?  Este problema ha mantenido ocupados a muchos filósofos desde la antigüedad.  Aristóteles por  ejemplo define a Dios como la "suprema causa" y el "motor fundamental del Universo". Para Aristóteles Dios es un ser necesario, que existe por sí mismo, causa primera del movimiento y del mundo, eterno, inmaterial, superior a todo lo sensible, inextenso, indivisible, inmutable, dotado de poder infinito, inteligencia perfecta y acto puro, sin mezcla alguna de potencialidad ni de composición, Dios es la intelección de la intelección:

 

“Un ser que mueve sin ser movido, ser eterno, esencia pura y actualidad pura... lo simple es una propiedad del mismo ser... el ser inmóvil mueve con objeto del amor, y lo que él mueve imprime el movimiento a todo lo demás... pero desde el momento que hay un ser que mueve permaneciendo el inmóvil, aun cuando exista en acto, este ser no es susceptible de ningún cambio... el ser que imprime este movimiento es el motor inmóvil. El motor inmóvil es,  pues, un ser necesario; y en tanto que necesario, es el bien... solo por poco tiempo podemos gozar la felicidad perfecta. Él la posee eternamente... la vida reside en él, porque la acción de la inteligencia es una vida, y Dios es la actualidad misma de la inteligencia; esta actualidad tomada en si, tal es su vida perfecta y eterna... es evidente, conforme a lo que acabamos de decir, que hay una esencia eterna inmóvil y distinta de los objetos sensibles. Queda demostrado igualmente que esta esencia no puede tener extensión, que no tiene partes y que es indivisible. Ella mueve, en efecto durante un tiempo infinito. Y nada que sea finito puede tener una potencia infinita”(1).

 

 Las concepciones griegas de la antigüedad, fueron eminentemente racionalistas aun en su descripción del ser supremo. Muy lejos del Dios personal lleno de amor de la tradición judeo-cristiana. No podemos negar sin embargo que este conocimiento de la existencia de Dios por parte de muchos pensadores, confirma la existencia de la revelación general: Aquella que nos es dada mediante la contemplación de los fenómenos de la naturaleza, y el estudio de las leyes que la rigen, en el conocimiento que nos proporciona la mente y el cuerpo humano, los hechos de la historia y la experiencia personal. Esta es universal, y como tal accesible a todos los seres humanos por igual. Notemos lo que dice pablo en la carta a los Romanos:

 

“Porque lo que de Dios se conoce, á ellos es manifiesto; Porque Dios se lo manifestó. 

Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas...”

 

 Si aceptamos que el universo es producto de un acto creador de Dios, debemos enfrentarnos a la necesidad de conocerle, de conocer cuales son sus características.

Para explicitar las respuestas a estas preguntas adoptaremos un esquema descriptivo de la teología de Tomas de Aquino, quien baso su análisis en el pensamiento de Aristóteles, pero adaptándolo a la teología cristiana y desechando aquello que juzgaba incompatible con la doctrina cristiana. Lo adoptamos no por que sea el único posible sino en virtud de su coherencia y carácter sistemático.

 

 

II.       La incomprehensibilidad de Dios

 

La esencia de Dios: Dios es incomprensible, en cuanto que su esencia trasciende o excede la limitación del entendimiento humano. No puede abarcarse a Dios en ningún concepto humano, pues todo conocimiento humano es finito e imperfecto. Lo que no quiere decir que sea falso sino limitado. Aun el conocimiento científico, que en una época determinada se considera inmutable, es superado por un nuevo conocimiento posteriormente. Por ejemplo La teoría de la gravitación universal de Newton, considerada inmutable e infalible durante varios siglos, ha tenido que ser modificada por la teoría de la relatividad de Einstein en casos especiales; ya que no puede explicar muchos fenómenos astronómicos; y así pasa con las demás ciencias desde las más exactas hasta las menos exactas. Un conocimiento imperfecto no es sinónimo de falso. Si así fuera ningún conocimiento posible seria confiable. Lo que podemos decir es que nuestro conocimiento finito no puede comprender de manera absoluta al infinito: Dios. Lo cual no significa que no le podamos conocer sino mas bien que nuestro conocimiento de Dios no es ni puede ser total, o perfecto  por mucho que así lo deseemos (2).

 

III. La Cognoscibilidad de Dios

 

Las cinco vías de acceso al conocimiento de la existencia de Dios, según Tomas de Aquino proporcionan evidencia acerca de la existencia de Dios. Es posible conocer a Dios. El ser humano puede tener acceso al conocimiento de Dios.

Pero, a pesar de que nuestra inteligencia no pueda abarcar toda la realidad divina, Dios sí que puede ser conocido por el hombre o sea que es cognoscible.

Para  Tomás, nuestro conocimiento de Dios tiene un carácter analógico cuyo fundamento es la analogía ontológica que se establece entre Dios y las criaturas. El nombre más propio de Dios es el de “Ipsum Esse Subsistens”   (Mismo Ser Subsistente), que constituye su constitutivo formal o atributo fundamental del que se derivan todos los demás (3).

 

Una vez que se conoce que algo existe, queda todavía por saber qué es. Demostrada la existencia de Dios, lo lógico es proceder a preguntarse por su esencia. En primer lugar debemos preguntarnos si podemos o no acceder al conocimiento de la esencia divina. Y si podemos conocer a Dios, entonces cabe preguntarse cuál es la vía de acceso a lo que podemos saber de la esencia divina.

 

Tomás de Aquino, Para alcanzar el conocimiento de los Atributos divinos sin caer en el antropomorfismo,  propuso los siguientes recursos:

 

IV.      Recursos para conocer los atributos de Dios.

 

1. La negación

 

Esta forma de demostración fue utilizada por los pensadores cristianos neoplatónicos y por Seudo Dionisio. En esta vía se intenta delimitar y acercamos a lo qué Dios no es, a través de lo que observamos en sus criaturas, para así poder definir la naturaleza divina. Cuando Tomás de Aquino analiza la esencia de Dios por esta vía, no pretende afirmar que los predicados negativos sean una falta de perfección a la divinidad, pues Dios es absolutamente perfecto. Dios no es solamente materia (potencialidad) sino que además de poseer corporeidad es acto puro. Es más que materia, y no tiene ninguna de las imperfecciones de ésta. Dios como acto puro y ser necesario es mucho más que la materia. Otro predicado negativo utilizado por Tomás de Aquino es que en Dios no puede admitirse la composición. Dios es absolutamente simple, es acto puro y no esta formado por materia y forma como los seres creados. Los predicados negativos tienen su origen en la predicación originaria que se hace de los entes humanos. Cualquier predicado aplicable a los seres humanos también podemos encontrarlo en Dios, pero excelsamente superado, pues en él, como ser  creador, se incluyen todos aquellos atributos característicos de los seres finitos. En Dios no puede darse ni la imperfección, ni la temporalidad. Ya que estos atributos limitan la esencia divina. Esta vía se utiliza de dos maneras: en el caso de las perfecciones antes atribuidas se niega el modo limitado en que nosotros las poseemos (por ejemplo, nuestra voluntad es limitada pues es inconstante, cosa que no ocurre con Dios). Además negaremos que Dios posea los atributos que implican imperfección, por ejemplo diremos que es simple, no compuesto, pues la composición indica imperfección.

       

2. La afirmación

 

Esta vía establece todos aquellos atributos supremos aplicables a la divinidad. En la vía negativa los predicados se podían separar de la sustancia divina, (Dios no es esto o aquello); en  la predicación positiva al contrario no hay tal separación, sino que la atribución alcanza su grado máximo o total. Tomás de Aquino no comparte la idea de Maímónides de que todos los atributos divinos sean negativos. Es consciente de que todos nuestros conceptos, producidos por nuestro entendimiento finito y limitado no son plenamente perfectos, pero no cabe la menor duda de que aquello que predican constituye la suma perfección divina. Así, podemos tener en nuestro entendimiento el concepto de bondad aún sin poseer todos los rasgos que definen a ésta, y no por ello dejar de admitir que Dios es absoluta bondad.

 

El uso de las dos vías afirmativa y negativa es posible gracias a la analogía que Tomás de Aquino establece entre Dios y los seres creados. La posibilidad de la predicación tanto afirmativa como negativa es posible debido a la semejanza que existe entre Dios y las criaturas. Puesto que Dios es la causa de todas las cosas, podemos atribuir a Dios todas las perfecciones que encontramos en las criaturas; pero sólo le corresponderán las perfecciones puras o exentas de imperfección, como la sabiduría y la bondad, y no las perfecciones mixtas o mezcladas con imperfección, como la corporeidad o la percepción sensible.

 

3. La analogía

 

La palabra "analogía" proviene de la palabra griega analogía compuesta de la partícula ana = reiteración - comparación; y de la palabra logia = logos, palabra, razón. De esta manera "analogía" significa comparación o relación entre varias razones o conceptos. Los latinos, a su vez, tradujeron la palabra analogía por proportio = proporción. Según Tomás, La proporcionalidad no es otra cosa que la igualdad de proporciones, o sea, que esto respecto de esto tiene una proporción igual a la de aquello respecto de aquello; la proporción por su parte no es otra cosa que la relación de una cantidad a otra. En el sentido usual, común, la palabra analogía equivale a semejanza. Pero la semejanza entraña no solo la relación de conveniencia entre las cosas que se dicen semejantes sino también disparidad o diferencia, es decir, se le llama semejante porque además de tener algo en común tienen algo en que difieren. Y esto es propio de la analogía: las cosas análogas coinciden en parte y en parte discrepan (4). 

 

Los términos se clasifican en Unívocos: si su significado es la misma en todas sus aplicaciones, Equívocos: si su significación no es la misma y no tiene nada que ver entre si en dos o más nociones. Y Análogos: si su significación no es exactamente la misma en todas sus aplicaciones, pero entre las cuales hay cierta conexión que garantiza la unidad de noción. Podemos decir entonces que la Analogía se encuentra entre la univocidad y la equivocidad.

Tomás distingue dos clases de Analogía:

 

Analogía de Atribución: Si el término se aplica en cada caso por preferencia a algo a lo que corresponde la significación.

Por ejemplo la palabra “universitario” se aplica a personas que estudian en una universidad, pero al mismo tiempo puede aplicarse a cosas relacionadas como: edificios, libros, buses, aulas etc. Sin que estas cosas cumplan con el requisito de estar estudiando en una universidad. Este tipo de analogía se da por atribución extrínseca.

 

Analogía de proporcionalidad: cuando lo significado por el término se da, en los distintos casos, conforme a cierta proporción (5). 

 Si a Dios le atribuimos un rasgo que también se encuentra positivamente en nosotros tendremos que pensar que en nosotros no se realiza del mismo modo que en Dios, sino en parte es igual y en parte distinto: así, si decimos que Dios conoce, no debemos pensar que su capacidad para el conocimiento sea igual que la nuestra, la nuestra es imperfecta y generalmente indirecta, la suya es perfecta y directa.

 

4. La eminencia o excelencia

 

Tomas la  llamaba vía excellentiae, al referir las cosas a su principio o causa, como es un principio no contenido en ellas, sabemos que las excede en todo sentido. Sabemos por tanto que Dios esta por encima de todas las cosas. El rasgo que atribuimos a Dios, este lo posee de modo infinito, sin las limitaciones de las cosas creadas: si Dios es bueno, lo es en grado absoluto, no de forma limitada como corresponde a los hombres. La eminencia es la elevación al infinito de las cualidades divinas.

Dios esta por encima de todo concepto analógico comparativo. Si decimos que Dios es persona, entendemos que al mismo tiempo el esta por encima de cualquier concepto de personalidad sin llegar a negarlo. Él es mucho mas que persona. Esta por encima de la personalidad. Es persona con relación a nosotros pero al mismo tiempo es el origen de la personalidad.

Por la vía de la negación se conoce la esencia divina. Por la vía de causalidad, su potencia creadora, al entender que Dios es el principio de todo. Por la eminencia o excelencia, su divinidad, y se le conoce como el fin hacia el cual todos los demás entes tienden (6).

A partir del análisis racional Tomas de Aquino elaboro un modelo de los atributos divinos que he esquematizado de la siguiente manera:

 

V. Constitutivo formal: Dios existe por sí mismo

 

De todos los atributos divinos destaca Santo Tomás el que denomina “constitutivo formal” o atributo fundamental, el ser subsistente: el existir por sí mismo, existir como consecuencia de su propia esencia y no de algo exterior. Este rasgo separa a Dios del resto de seres pues en éstos la existencia es un añadido a su esencia, por lo que no tienen una existencia necesaria sino dependiente de la voluntad divina. Dios en cambio existe por sí mismo.

La esencia o constitutivo formal de una cosa es aquel atributo concebido como primero, y que es raíz, principio y fuente de todos los demás atributos. También suele denominarse primer atributo fundamental o principio constitutivo metafísico. Tratándose de Dios, el constitutivo formal expresará aquel atributo divino que, según nuestro modo de conocer, nos aparezca como el primero y del que se deriven todos los demás. 

La Deidad como tal queda fuera del alcance de nuestro conocimiento racional. El objeto formal de la sabiduría racional de Dios no es precisamente la Deidad como tal, sino la razón de ser. 

El constitutivo formal de Dios en cuanto Dios, no es el constitutivo formal de Dios. El constitutivo formal de Dios, en cuanto causa primera del ser finito, no explica todo lo que es Dios en sí mismo. Lo único que explica de Dios, es lo que Dios es en su razón de causa primera del ser finito, y todos aquellos atributos que ha de tener por ser causa primera del ser finito.

 

El constitutivo formal de Dios ha de cumplir los siguientes requisitos:

 

1. Debe ser un atributo exclusivo de Dios.

 

2. Debe ser un atributo expresivo, no de la esencia íntima de Dios, sino de la divina Esencia en cuanto es causa primera del ser finito.

 

3. Debe ser el atributo primero en el orden del ser, aunque no lo sea según nuestro modo natural de conocer.

 

4. Debe ser el atributo fuente del que se deriven cognoscitivamente todos los demás atributos divinos que podamos alcanzar en el orden del conocimiento racional. 

 

5. Debe ser el fundamento último de toda distinción entre Dios y el resto de los seres.

 

6. Debe ser atributo único y referirse siempre al orden del ser.

 

1. Él “ser subsistente” es un atributo exclusivo de Dios. Todos los demás seres (según la cuarta vía de Tomas de Aquino) tienen él “ser” recibido o participado (por eso lo tienen limitado), pero Dios no tiene el “ser” recibido de alguien mas, sino por esencia. Luego sólo a Dios le compete el “Ser subsistente”. 

 

2. El “Ser subsistente” es expresivo de la misma esencia de Dios en cuanto Él es causa primera del ser finito. El “Ser subsistente” no es la expresión de la esencia de Dios en cuanto es Dios. Pero tampoco es eso lo que pretende designar el constitutivo formal. En cambio, si a Dios se le considera como causa primera del ser finito, no hay ningún concepto que exprese con más precisión, con mayor profundidad, la esencia de Dios que el “Ser subsistente”. 

 

3. El “Ser subsistente” es el primer atributo de Dios en el orden del ser. Nada hay anterior en el orden del ser (no en el orden de nuestro conocimiento), en Dios, que el “Ser subsistente”, porque a éste no lo podemos deducir de ningún otro atributo, y sí todos los demás atributos se pueden deducir de él. 

 

4. El “Ser subsistente” es la fuente de donde se originan, en el orden del conocimiento, todos los demás atributos divinos. Todos los atributos divinos pueden inmediata o mediatamente deducirse del “Ser subsistente”. 

 

5. El “Ser subsistente” es también el fundamento último de toda distinción entre Dios y el resto de los seres. 

 

Lo que concebimos como el constitutivo formal de la esencia divina “el Ipsum esse subsistens”,  la esencia misma de Dios no podría comunicarse, en cuanto tal, al efecto exterior a Dios, causado por su omnipotencia misma. 

 

Por lo que, si Dios existe, es absolutamente perfecto, necesariamente simple, uno y creador; consecuentemente, su esencia es absolutamente incomunicable, en cuanto tal. Podemos decir que la potencia creadora de Dios presupone la incomunicabilidad misma de su naturaleza, ante su operación creadora. 

 Y si eso es cierto, a ningún efecto inmediato de la potencia creadora convendrá idéntica perfección de la naturaleza divina, porque esta no se comunica tal como es a sus efectos. Y si eso es efectivamente verdadero, de la unicidad de la esencia divina se afirma que sólo hay un único Dios, es decir, una única esencia divina comunicable a las Tres Personas, pero incomunicable, en cuanto tal, a sus efectos producidos exteriormente a la Deidad misma (7). 

 

Del constitutivo formal se derivan el resto de atributos, los cuales se dividen en entitativos y operativos.

 

VILos atributos entitativos

 

Los atributos divinos son de dos tipos: entitativos y operativos. Los primeros describen la Esencia divina, tal como es en sí; los segundos tal como se manifiesta en su obrar. Los atributos entitivos se derivan inmediata o directamente del constitutivo formal y son: La simplicidad, la perfección, la infinidad, la inmutabilidad y la unidad, y le definen como el ser absolutamente distinto y trascendente al mundo (que consta de seres compuestos, imperfectos, limitados, mutables y múltiples). Los atributos entitativos son:

 

1.     Simplicidad

 

El primer atributo divino consiste en la negación de composición; ni Él consta de partes, ni entra en la constitución de compuesto alguno, como si fuera una parte. Dios es simple en todos los sentidos: carece de composición física pues no es cuerpo, pero también de composición metafísica (no se compone de materia y forma, ni de potencia-acto, ni de accidentes-sustancia, ni de esencia y existencia), pues es pura sustancia, acto puro y pura forma. En efecto, la materia es potencia pasiva, pero Dios es acto puro, esto es, sin mezcla de potencialidad alguna. Además, como el obrar sigue al ser, si Dios fuera material estaría en potencia y sería finito y limitadamente poderoso; luego no es compuesto de materia y forma.

Tampoco es compuesto de sustancia y accidentes. Si tuviera accidentes estaría en potencia para perfecciones sobrevenidas. Luego en Dios nada es accidental; los predicados que se le atribuyen no los “tiene”, sino que los “es”.

Tampoco es compuesto de esencia y existencia; ya que no consta de sujeto que tiene y perfección tenida. No decimos que Dios “tiene” bondad, belleza, etc., sino que es la bondad, la belleza, el ser. No “tiene” el ser, sino que “es” el ser; si el ser divino no fuera idéntico a su esencia, sería causado por otro. En suma, toda composición indica un ser compuesto de potencia y acto y, en consecuencia, causado y finito. Dios es el creador, el incausado, luego su Ser es absolutamente simple. Esta simplicidad no es simpleza, ni vaciedad, sino todo lo contrario: expresa que en Dios es el ser es sin limitación, carencia ni defecto.

La simplicidad y trascendencia divinas son incompatibles con la inmanencia de Dios al mundo; por lo tanto, el panteísmo es erróneo (8).

 

2.     Perfección

 

Dios es el ser máximamente perfecto puesto que nada le falta y es la causa de todas las perfecciones que encontramos en las criaturas.

Se llama perfecto aquello a lo que no falta nada, según su especie. Etimológicamente es lo hecho del todo (Lat. Per fectus, acabado), logrado y completo. Por extensión, se designa como perfección al ser en acto; tanto si ha sido hecho como si no. Perfecto es sinónimo de acto, por oposición al ser en potencia. Por el contrario, “ser en potencia” designa limitación. Luego Dios es perfecto porque es acto sin potencia; es el Ser perfectísimo.

Las perfecciones de las criaturas existen en Él de forma eminente, esto es, como el efecto está en la causa. La perfección mayor de cada cosa es su ser; y Dios es el ser por esencia, de Quien todo ser deriva; luego toda perfección creada deriva de Él y se encuentra en Él eminentemente.

De la perfección se deriva la bondad

 

a.  Bondad. Algo es bueno en la medida en que es; pero Dios es el ser por esencia; luego es el Bien por esencia, la bondad absoluta.

Por otra parte, si es el fin último, se sigue de ahí que sea el bien supremo, pues el bien tiene razón de fin; Dios es el bien al que se ordenan el universo y el hombre. Los bienes creados son buenos por participación, ya que son entes por participación. Dios es el bien supremo y el fin universal; las criaturas son bienes particulares, y ninguna criatura puede ser el fin último, ni siquiera la suma universal de todas.1. 

 

1. Infinitud

 

Infinito es lo que carece de límites, y Dios, por tener la existencia a partir de su esencia y no por haberla recibido de otro, la tiene sin ningún límite.

El infinito no tiene límites. No se debe confundir lo infinito con lo indefinido (que tiene límites pero no son conocidos). 

 

Desde el neoplatonismo renacentista, se plantea una pregunta: dado que Dios es infinito, ¿no deberá ser también infinito el mundo, ya que el efecto revela el ser de la causa? Debe responderse negativamente, de lo contrario se confundiría a Dios con el mundo (como sostiene el panteísmo). El Creador es trascendente al universo creado; luego no cabe deducir de Él la infinitud física. Algunos panteístas, en cambio, supusieron que el mundo era una exteriorización de Dios, luego tenía que ser infinito cuantitativamente. 

 

El ser infinito puede ser infinito actual o formal (el que no tiene límites en su perfección) o infinito potencial o material (el cual no tiene límites en su imperfección). El ser infinito actual puede ser absoluto o relativo. El primero no tiene límites en ninguna línea (es infinito en el ser); el segundo no tiene límites en una línea determinada (es infinito sólo en la esencia, por ejemplo). Dios es infinito con infinitud actual absoluta, lo cual se deduce necesariamente de que es el “Ser subsistente”. Si Dios, no fuera ser subsistente, seria limitado; pero como lo es por esencia, lo ha de tener en toda su plenitud y, por tanto, ilimitado e infinito. Y si Dios es infinito en su ser. Lo es también en toda perfección.

 

a. Inmensidad

 

Dios está en todas las cosas y en todos los lugares, sin ser contenido por ellos. Se dice por eso que es omnipresente y ubicuo. Su presencia está en todas partes y no está sujeta al espacio. No hay ningún lugar donde no este, pero no ocupa un espacio físico: no tiene cualidades físicas que puedan ocupar un espacio. La inmensidad divina explica su omnipresencia.

 está en las cosas sin ser limitado por ellas. Está en el ser creado por esencia, por presencia y por potencia, dice Tomás de Aquino. Por esencia, porque es la causa que sostiene en el ser a todo lo que existe; de donde deriva su presencia íntima. También está en las criaturas por potencia y por presencia, es decir, porque están sometidas a su poder y porque las ve y ordena.

Dios es también inmenso. Inmensidad significa no-mensurabilidad según el espacio, y viene expresada por la exigencia del ser infinito a llenar todos los espacios y lugares. Que Dios es inmenso, se desprende de que es infinito. Si no hay en Dios límites, Dios no podrá ser abarcado por nada, y habrá en El aptitud para llenar todos los lugares. De su inmensidad se deduce que es omnipresente.

 

b. Omnipresencia

 

Significa presencia actual en todos los lugares y espacios. Dios no solamente esta presente en todo lugar,  sino que esta plenamente presente. Por eso, si Dios, por ser inmenso, tiene aptitud para estar en todos los lugares, estará realmente en ellos, cuando estos lugares existan, dando el ser y la operación a todas las cosas. 

Como leemos En los salmos:

 

“¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? Si subiere á los cielos, allí estás tú: Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás. Si tomare las alas del alba, Y habitare en el extremo de la mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día: Lo mismo te son las tinieblas que la luz” (Salmo 139:7-12). 

 

 “¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultara  alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” (Jeremías, 23:23-24).

 

Jesús mismo ejerce este atributo: “Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).

 

“su dimensión es mas extensa que la tierra, y mas ancha que el mar”

(Job 11:9)

 

4. Inmutabilidad

 

Puesto que su ser consiste en su obrar, Dios puede actuar sin pasar de la potencia al acto, por lo que será absolutamente inmutable.

El movimiento es el paso del ser en potencia al ser en acto; toda forma de cambio supone el ser en potencia. Dios es acto puro, esto es, sin potencialidad, por tanto es inmutable en absoluto; no está sujeto a ninguna variación, a diferencia de las cosas del mundo.

 

Si Dios es el “Ser subsistente”, será también la actividad subsistente, pues el obrar sigue al ser y el modo de obrar al modo de ser. Pero si Dios es la actividad subsistente, es decir, si su ser consiste en su obrar, ejercerá toda acción sin transitar de la potencia al acto, y, por lo mismo, será absolutamente inmutable. 

 

“porque yo Jehová no cambio...” (Mal 3:6)

 

“Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (St. 1:17 ).

 

a. Eternidad

 

Dios, por ser inmutable, es también eterno. La eternidad es la duración del ser inmutable, y se caracteriza por ser interminable (no tiene principio ni fin), simultánea (toda al mismo tiempo) y uniforme (sin variación alguna). La eternidad sigue a la inmutabilidad como la temporalidad a la mutabilidad. Por eso, si Dios es inmutable, ha de ser eterno.

Dios es el creador y como tal no ha sido creado, es imposible que algo se cree a sí mismo. El auto creación es una contradicción. Todo efecto debe tener una causa, Dios no es un efecto. No tiene un principio y por consiguiente no tiene una causa precedente. Él es preexistente (9).

El tiempo se define por el movimiento, es su medida. Sólo hay tiempo donde hay principio, cambio y final. La eternidad es la duración del Ser inmutable. Dios es inmutable pues no sufre mudanza, no tiene principio, sino que es el Principio, ni cambia puesto que no es en potencia, ni puede tener final. Se dice de Dios con la máxima propiedad; su duración es la eternidad: Él es interminable y sin sucesión, existe todo a la vez. Por eso, debe apartarse la idea de una duración infinitamente prolongada. Se suele inmiscuir en nuestra mente la imagen de un tiempo infinitamente largo, como si en eso consistiera la eternidad; mas es todo lo contrario, la existencia sin tiempo. Dios no existe con sucesión, sino todo a la vez. 

Ante la eternidad divina todo está presente. En Dios no hay antes ni después, sino tan sólo ahora. 

 

“Y dijo Moisés á Dios: He aquí que llego yo á los hijos de Israel, y les digo, El Dios de vuestros padres me ha enviado á vosotros; si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé? 

Y respondió Dios á Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros. 

Además dijo Dios á Moisés: Así dirás á los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado á vosotros. Este es mi nombre para siempre, con el se me recordara por todos los siglos” (Ex. 3:13-15).

 

 “Yo soy el Alpha y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Ap. 1:8 ).

 

“Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo,  desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” (Sal. 90:2).

 

“ Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Tim. 1:17).   

 

5. Unidad

 

Dios es único puesto que no puede haber dos seres absolutamente perfectos. La unicidad es la propiedad de ser in multiplicable, de no ser compatible con otro ser del mismo rango. Se opone, por tanto, a la multiplicidad, ya esencial, ya entitativa ( y al politeísmo). Se llama multiplicidad esencial a la existencia real de varios individuos dentro de la misma especie, y multiplicidad entitativa, a la existencia de varios seres, distintos esencialmente, dentro de la perfección del ser. Pero Dios, que es el “Ser subsistente”, no es compatible con la multiplicidad esencial (ésta sólo es posible cuando hay composición de materia y forma en la misma esencia) ni entitativa (el ser subsistente ha de ser necesariamente único, pues no puede haber dos plenitudes de ser). Luego Dios es único. 

Dios es trascendente al mundo.—Trascendencia significa alteridad, pero connotando cierta superioridad. Pues bien, Dios es otro que el mundo, completamente distinto de todos los seres creados, y superior a todos ellos. La infinita distancia que media entre el Ser por esencia (infinito) y el ser por participación (finito) da suficiente razón de la trascendencia divina. 

 

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt. 6:4)

 

“Así dice Jehová, Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” (Isa. 44:6).

 

  “Yo Jehová, y ninguno más hay: no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste” (Isa. 45:5).

 

“Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican á los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más de un Dios” 

(1 Co. 8:4).

 

“Un Señor, una fe, un bautismo, 

Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:5-6).

 

VII. Los atributos operarivos 

 

Son los que se refieren al obrar de Dios y se dividen en aquellos que se refieren a operaciones inmanentes o internas (Dios entiende y conoce) y Dios tiene voluntad y  libertad, y las operaciones transitivas o externas, que se refieren al poder de Dios: Dios crea, conserva y gobierna todas las cosas. Por estos atributos se puede concluir que Dios vive (10).

 

1. Los atributos operativos inmanentes

 

a. Dios entiende y conoce

 

Por la quinta demostración de la existencia de Dios, llegamos a la conclusión de que Dios es una inteligencia directora suprema, que no está dirigida ni ordenada ni siquiera a su acto de entender, y que es, por lo mismo, el entender por esencia. Esto mismo puede concluirse de que, siendo el entender una perfección pura, debe existir en Dios, y siendo Dios su mismo ser, también será su mismo entender. 

La forma de conocer de Dios y nuestra manera de conocer son diferentes. El ser humano va conociendo una cosa tras otra, lentamente. No así Dios. Dios conoce todas las cosas de una sola vez. Y las conoce así desde toda la eternidad. Él conoce a todos los que hemos vivido, cada árbol y cada planta, cada pensamiento nuestro. Y todo esto, en un instante. Dios lo conoce todo instantánea y completamente.

 

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te dí por profeta á las naciones” (Jer. 1:5)

 

 

1. Omnisciencia de Dios

 

De este entender divino se deriva la omnisciencia de Dios.  Si “omnis” significa “todo” y “sciéntia” significa “conocimiento”, la “Omnisciencia” divina significa que Dios lo sabe todo, sencillamente porque es el ser infinito en toda perfección y causante de todas las cosas. La omnisciencia es un atributo exclusivo de Dios. Pero el modo de la sabiduría divina es radicalmente distinto del modo de la sabiduría humana. El conocimiento del hombre es determinado y medido por las cosas. El conocimiento de Dios determina y mide a las cosas. En el conocimiento humano, el objeto primero son las cosas sensibles y en ellas se conoce todo lo demás, incluso al propio yo. En el conocimiento divino el objeto primero es la propia esencia divina y las demás cosas son conocidas en esa misma esencia. El conocimiento humano es limitado y está sujeto a muchas imperfecciones. El conocimiento divino es infinito en cuanto a su profundidad y en extensión, además no tiene imperfección alguna. Dios, conoce todas las cosas: conoce todo lo que ha existido y lo que puede llegar a existir, todo lo que se ha hecho y todo lo que pueda llegar a ser hecho. Dios conoce de manera absolutamente perfecta todas las cosas. Y las conoce, no de una manera confusa o general, sino con un conocimiento clarísimo y singular, el cual llega hasta las más mínimas diferencias y detalles. 

 Esto significa que Dios conoce íntimamente todo lo material y lo espiritual: conoce una partícula de polvo que pueda atascar un mecanismo delicado y conoce igualmente el sentimiento secreto de una persona.

 

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma, y el espíritu,  las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas á los ojos de aquel á quien tenemos que dar cuenta”( Hb. 4:12-13).

 

 b.   Dios posee voluntad y libertad

 

De que Dios es inteligente se deduce que está dotado de voluntad y que es libre. La voluntad y la libertad, se corresponden con la inteligencia, de tal manera que todo ser dotado de voluntad y libre, es inteligente, y todo ser inteligente está dotado de voluntad y es libre. Pero la voluntad y la libertad divinas son distintas de las humanas. La voluntad humana tiene por objeto el bien en general, y ante él no es libre, aunque lo sea ante los bienes particulares. La voluntad divina tiene por objeto su propia esencia, con la cual se identifica. La voluntad del hombre es distinta de su esencia o naturaleza. La de Dios se identifica con la esencia divina.

 

La libertad humana significa dominio y apertura universales, pero la divina es trascendencia. La humana es finita y destinada; la divina es infinita y su destino. no se pueden equiparar lo relativo y lo absoluto. Dios es libre, no arbitrario o tiránico. La libertad divina es creadora, no destructora. El origen del universo creado no es un Algo anónimo, sino un Ser personal.

 

1. Los afectos de la voluntad divina son el amor y el gozo o la delectación

 

El amor de Dios se dirige a sí mismo de una manera necesaria, y a las criaturas, de una manera libre. El gozo o la delectación de Dios resultan de la perfecta posesión de sí mismo, como plenitud de todo bien, y de la imperturbable tranquilidad, en esta posesión, de la voluntad de Dios.

 

 2. Las virtudes de la voluntad divina son

 

  • la justicia 

 

La justicia es la virtud que lleva a dar a cada cual lo que le es debido. Dios juzga según la intención de cada cual. Dios ve el corazón y no la apariencia. Y así será su juicio.

 

“El cual pagará á cada uno conforme á sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo á los que son contenciosos y no obedecen á la verdad, sino que obedecen á la injusticia; Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el Judío primeramente, y también el Griego”

(Rom. 2:6-9).

 

“Porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos á su voz” (Dn.9:14).

 

“Justo es Jehová, en todos sus caminos” (Sal. 145:17)

 

“Porque Jehová es justo, y ama la justicia: El hombre recto mirará su rostro” (Sal. 11:7)

 

  • la misericordia

 

La misericordia es la inclinación de la voluntad a remediar la miseria ajena. La “misericordia” es el atributo de Dios que extiende su compasión a aquellos en necesidad. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento ilustran que Dios desea mostrar su misericordia al pecador. Uno debe humildemente aceptar la misericordia; no puede ser ganada.

Cristo confiere un significado definitivo a toda la tradición de la misericordia divina. No sólo habla de ella y la explica usando   parábolas, sino que además, y ante todo, Él mismo la encarna y personifica. Él mismo es, en cierto sentido, la misericordia.

 

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,  Padre de misericordias, y  Dios de toda consolación” (2 Co.1:3)

 

  • la liberalidad

 

La liberalidad es la tendencia a dar algo por pura bondad del que lo da. Dios nos da más de lo que merecemos, la gracia de Dios es un don inmerecido. El hombre cualquiera que sea su condición, no podrá nunca ofrecer una retribución por los dones que Dios le da. Por lo tanto la única fuente de la liberalidad de Dios es su bondad, ya que él es la bondad

 

“Pues si vosotros, siendo malos sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos, ¿cuánto mas vuestro padre que esta en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:11). 

 

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús” (Ro. 6:23).

 

Estas tres virtudes, que no encierran en su concepto imperfección alguna, deben existir en Dios. Dios es efectivamente justo, misericordioso y liberal. Y como, además, todas las perfecciones deben estar en Dios según un modo infinito, Dios posee estas tres virtudes de una manera infinita (11).

 

Aunque la voluntad divina es inmutable, también es libre. Dios es libre con respecto a todo el universo. Eso significa que no quiere por necesidad nada de lo que ha hecho; o, a la inversa, que todo lo ha creado porque ha querido. 

 

Tenemos libertad cuando queremos sin ser obligados por naturaleza. Dios quiere por naturaleza, por  su bondad, eso colma su voluntad infinita; luego si quiere a las criaturas, las quiere libremente. La libertad es un atributo espiritual y una perfección, por lo tanto no falta en Dios. La libertad excluye la dependencia de causas externas o internas determinantes, mas Dios está libre de toda dependencia porque es la Causa primera.

Dios tiene independencia absoluta, en el ser y en el obrar.  A esta virtud se  la llama también “asediad”, porque sólo Dios es por sí mismo, toda criatura es por otro; en el hombre la libertad no significa independencia absoluta en el obrar, ni en el ser. La libertad incluye la potestad o dominio de la propia acción. El dominio divino de sus acciones es infinito. La causa contiene a los efectos; si existen criaturas libres, Dios es libre de forma eminente. Tanto es así que, para algunos filósofos, la libertad humana constituye por sí misma una prueba de la existencia de Dios. 

Las cosas creadas no derivan de Dios necesariamente. Nada hay ni fuera ni dentro de Dios que le obligue a crear. Esto es consecuencia de la trascendencia divina y de la distinción radical entre Dios y el mundo. Dios no necesita del mundo para ser Dios. El mundo existe porque Dios quiere. Pudo no haberlo deseado. Pudo haber querido este mundo u otro diferente. La creación es un don de Dios y una manifestación de su bondad y de su amor.

Dios es omnipotente. Pero esa omnipotencia no le obliga necesariamente a crear: no dejaría de ser omnipotente porque no hubiera ejercitado esa omnipotencia a través de la creación. El concepto de poder implica siempre el concepto de poder libre.

Según Juan Duns Escoto (1266-1308), la existencia de la libertad finita es imposible sin un creador libre, ya que el mundo es incapaz de dar aquello que lo trasciende, la libertad. La misma idea expresó de manera paradójica el llamado padre del existencialismo, el danés Søren Kierkegaard (1813-1855): sólo Dios puede crear un ser capaz de negársele. La libertad lleva en sí misma una nativa vocación o destino a la vida eterna, pero la realiza libremente (12).

 

Los atributos entitativos, describen a Dios en el orden del ser; mientras que  los atributos operativos lo describen en el orden del obrar. Se distingue la actividad vital de Dios, sus operaciones o inmanentes, de las obras externas de Dios, u operaciones, transitivas. En la vida divina hay conocimiento, amor y felicidad. Las operaciones divinas transitivas son la creación, conservación y providencia.

 

1. Las operaciones divinas transitivas  

 

a. Creación, conservación y providencia

 

Todo lo que existe, material o espiritual, existe en virtud del acto de ser (esse o actus essendi), pero sólo Dios es el ser por esencia (Ipsum esse), por tanto, todos los entes fuera de Él son actualmente por participación, esto es, porque reciben el acto de ser del creador. 

 

Es preciso que todo lo que de alguna manera es, proceda de Dios. Pues si en alguna cosa se encuentra algo por participación, es necesario que sea causado en ella por aquello que lo es esencialmente: como el hierro se calienta por el fuego. Dios es el ser mismo subsistente por sí. Y sólo puede haber un ser subsistente, De donde resulta, que todas las cosas que no son Dios, no sean su ser, sino que participen del ser. Es necesario, en consecuencia, que todas las cosas que se diversifican según una diversa participación del ser, de tal manera que son más perfectas o menos perfectas, sean causadas por un ente primero el cual es perfectísimo.

 

La creación no es un acontecimiento temporal. Todos los tiempos son creados. El tiempo es también criatura. Siendo así la creación anterior al tiempo, es actual siempre. De ahí la noción de conservación en el ser. “Conservatio est continua creatio”, conservación es la creación continuada. No se debe pensar esa continuidad como una duración temporal; el ser creado dura porque es creado (ahora), no porque fuera creado (en el pasado). Tomás de Aquino utiliza varias veces la metáfora de la luz del sol, para ilustrar este pensamiento. En la creación causa y efecto son simultáneos, como lo son el sol y el día, la iluminación del aire. Si el sol se eclipsa, se hace de noche. Si el sol dejara de ser, todo caería en un apagón de luz cósmico, sobrevendría la oscuridad del ser, la nada.

 

El creador es providente. Providencia (del lat. pro-video, veo de antemano) es previsión, ordenar los medios a su fin. La razón de la providencia universal es el amor divino. Dios ama a las criaturas intelectuales, las personas, por ellas mismas y a las cosas para las personas; por último, ama al universo entero para Sí mismo. Dios es el origen y el destino del universo. Sólo las criaturas personales lo pueden saber; sólo ellas, pues, son creadas y ordenadas al fin, a Dios, por amor a ellas mismas y todas las demás cosas lo son en razón de ellas (13).

 

“En el principio crió Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1).

 

“Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:3)

 

Dios, descubierto inicialmente como Principio del universo físico, resulta ser al fin la clave también de la existencia personal, libre y amorosa.

 

b. Dios Gobierna

 

Dios gobierna el universo, este gobierno tiende al bien más grande, puesto que se origina en la bondad de Dios; Y  es adscrito a Su Justicia. El gobierno de Dios esta establecido firmemente, y la justicia y el juicio son la habitación de Su trono.

 la existencia de Dios y de su gobierno providencial, puede verse en la perfección y belleza del universo visible. La regularidad de las estaciones y el orden implícito de toda la creación dan testimonio del gobierno de Dios.

Del gobierno de Dios se desprende su omnipotencia, ya que solo un Dios omnipotente puede Gobernar el universo en su totalidad, sin que nada haga sombra  a su voluntad.

 

1. Omnipotencia

 

Dios es todopoderoso, esto significa que tiene poder absoluto sobre su creación. No existe cosa alguna en la creación fuera de su control. “Porque nada hay imposible para Dios” (Lc. 1:37), lo que para nosotros es imposible, para Dios es posible. Su poder no esta limitado como lo esta para las cosas finitas. 

Dios puede hacer todo lo que desee o decida hacer. Decidir y hacer es para Dios un mismo acto. Dios no puede hacer lo que no desee hacer. No puede hacer algo malo; tampoco puede contradecirse o crear algo contradictorio (un círculo cuadrado, por ejemplo). Para aclarar  un poco más lo posible y lo imposible para Dios diremos lo siguiente: Dios puede realizar todo lo que sea intrínsecamente (metafísicamente) posible, o sea, puede hacer todo aquello que no implique una contradicción. Dios no puede negarse a si mismo “el no puede negarse a sí mismo”(2 ti 2:13). Dios no puede no existir. Tampoco puede pecar. Porque Dios no puede fallar en su acción o realizar una acción defectuosa.

Por lo tanto, las contradicciones no están comprendidas dentro de la Omnipotencia Divina. Y es más correcto decir que tales cosas no pueden ser hechas, en vez de decir que Dios no puede hacerlas

Dios ha creado todo, rige todo y lo puede todo. Es decir su Omnipotencia es universal, es decir que abarca todo. Pero, adicionalmente,  ese poder divino es amoroso, porque Dios es nuestro Padre: 

 

“Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mt. 6: 9)

 

 Y misterioso porque sólo lo descubrimos en la fe y se manifiesta en nuestra debilidad: 

 

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose en mí la potencia de Cristo” (2 Co. 12, 9)

 

 La mayor muestra de la Omnipotencia Divina está en la Misericordia de Dios y en el poder de perdonar los pecados:  

 

“Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados; ó decir: Levántate, y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete á tu casa. Entonces él se levantó y se fue á su casa” (Mt. 9:5-7).

 

Dios, por supuesto, puede hacer cosas que son imposibles para los hombres. Son los milagros, en los que las leyes de la naturaleza puestas por Dios mismo, son suspendidas y/o superadas por Él. Ejemplo de lo anterior son los milagros realizados por Jesús.

 

“Todo lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos” (Sal. 135: 6).

 

“Oh Señor Jehová! He aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” (Jer. 32: 17).

 

“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jer. 32: 27).

 

“Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job, 42: 2).

.

“Y mirándolos Jesús, les dijo: Para  los hombres esto es imposible; mas para  Dios todo es posible” (Mt. 19:26).

 

Para Dios todo es posible; esto debe ser un motivo de alabanza y consuelo para la humanidad.